Hay algo mágico en pasar un fin de semana en París. Ya sea tu primera vez o la quinta, la ciudad siempre parece ofrecer nuevos rincones para explorar, cafés para quedarse y vistas que hacen latir tu corazón. Como alguien que ha vivido aquí diez años, sigo enamorándome de París cada fin de semana. Así que, si solo tienes dos o tres días para empaparte de todo, así es como lo haría.
Día 1 – Perdido entre los clásicos
Mañana: Comienza en el corazón palpitante de París
Empieza tu fin de semana justo en el centro — Île de la Cité. Toma un croissant y un café en una panadería local (siempre paro en La Parisienne en el Boulevard Saint-Michel) y luego pasea hasta la Catedral de Notre-Dame. Aunque todavía está en restauración, el área que la rodea — el Sena, los puentes, los pequeños puestos de libros — está llena de ese encanto parisino atemporal.
Cruza hacia la Margen Izquierda y déjate llevar por el Barrio Latino, donde las calles estrechas, la energía estudiantil y las librerías antiguas te hacen sentir que has entrado en otra época. Si eres amante de los libros como yo, no te pierdas Shakespeare & Company, un laberinto acogedor de libros en inglés frente a Notre-Dame.
Tarde: Arte y jardines
Después, dirígete hacia el Museo del Louvre. Aunque no entres (es enorme — y mejor dejarlo para otro viaje), el patio con su pirámide de cristal es icónico. Desde allí, pasea por el Jardín de las Tullerías, uno de mis lugares favoritos para sentarse y observar a la gente.
Para almorzar, recomiendo un café con terraza cerca — Angelina es un clásico para un chocolate caliente y comida ligera. Luego cruza el Sena hacia la Margen Derecha y sube por los Campos Elíseos hasta el Arco de Triunfo. Es turístico, sí, pero estar en la cima viendo cómo la ciudad se extiende abajo es inolvidable.
Noche: Atardecer en el Sena
Nada supera tu primer atardecer parisino en la Torre Eiffel o, mejor aún, desde los jardines del Trocadéro justo al otro lado del río. Cuando la torre se ilumina, es pura magia — incluso para nosotros los locales. Termina tu velada con una cena en el 7º arrondissement — Le Comptoir du Relais o Café Constant son apuestas seguras para ese auténtico ambiente de bistró parisino.
Día 2 – Rincones ocultos y magia en Montmartre
Mañana: El alma artística de París
Comienza tu segundo día en Montmartre, un pueblo encaramado en una colina que todavía se siente como un pequeño pueblo dentro de la ciudad. Sube temprano a la Basilica del Sacré-Cœur para disfrutar de la vista antes de que lleguen las multitudes — es una de las mejores panorámicas de París.
Luego, pasea por las calles adoquinadas alrededor de Place du Tertre, donde los pintores exhiben sus obras. Es un poco cliché, sí, pero no puedo evitar amarlo. Detente a tomar un café en Le Consulat o La Maison Rose — llevan ahí toda la vida y tienen historias que contar.
Tarde: Un lado distinto de la ciudad
Toma el Metro 12 hasta Pigalle y explora South Pigalle (SoPi), un barrio lleno de cafés modernos, tiendas vintage y bares de cócteles. A menudo voy allí a brunch en Hardware Société o KB Coffee Roasters.
Luego dirígete al este hacia el Canal Saint-Martin, uno de mis lugares favoritos en París. Es relajado, lleno de locales sentados junto al agua, compartiendo un picnic o simplemente charlando. Si el clima acompaña, compra una baguette, algo de queso y una botella de vino — es la manera perfecta de pasar una tarde parisina.
Noche: Comida y música
Para tu última noche, explora Le Marais, uno de los distritos más vibrantes de París. Entre la Rue des Rosiers (famosa por su falafel) y las tiendas conceptuales de moda, es la mezcla perfecta del París antiguo y nuevo.
Si te apetece algo especial, cena en Les Philosophes o Robert et Louise — ambos ofrecen ese encanto rústico y acogedor que tanto adoro. Después, disfruta de una copa de vino en un bar local o, si tienes suerte, escucha un poco de jazz en vivo — hay algo en París de noche que se siente eterno.
Bonus: Si tienes un tercer día
Pasa tu última mañana en el Musée d’Orsay (prefiero este a Louvre — más pequeño, más cálido, lleno de luz y obras maestras impresionistas). Luego pasea junto al Sena, cruza el Pont Alexandre III y quizá termine tu viaje en Saint-Germain-des-Prés, saboreando un último café en Café de Flore.
París es una ciudad que recompensa la exploración pausada — incluso si solo tienes un fin de semana, déjate vagar, pierde el rumbo y mira hacia arriba con frecuencia. Verás por qué tantos de nosotros nunca nos cansamos de llamarla hogar.
Reflexiones finales
París en 2 o 3 días no se trata de ver todo, sino de sentir la ciudad. El ritmo de sus cafés, el brillo del Sena por la noche, la mezcla de historia y vida cotidiana. Tómate tu tiempo, sigue tu curiosidad y te prometo que caerás bajo su hechizo, como me pasó a mí.

